
Cuando la memoria se borra: convivir con una persona mayor con Alzheimer
16 de julio de 2025A medida que van pasando los años, muchos mayores se encuentran viviendo una vejez marcada por el silencio, una vejez que no es la que habían imaginado. Qué ocurre cuando la familia ya no está, ya sea porque se ha ido lejos, porque la vida a trazado caminos diferentes, o incluso porque ha muerto. ¿Qué les queda cuando el único sonido de la casa es el del reloj?
La soledad de las personas mayores cuando la familia ya no está presente, es una realidad dolorosa y muchas veces invisibilizada. Este sentimiento puede tener varias causas como podría ser: la pérdida de la pareja, las rupturas familiares, los hijos viven lejos del domicilio familiar, o la relación familiar no es buena. Esta situación puede afectar muy profundamente a la salud emocional y física de las personas mayores.
Cuando la familia se aleja o se desvanece
Para muchos mayores, la familia era el centro emocional de su vida. Cuando se pierde a la pareja, los hijos van a vivir fuera o se han roto los vínculos por varios motivos, el vacío que queda no es sólo físico sino emocional, vital.
Este sentimiento, la gente mayor suele vivirlo con silencio, resignación, profunda tristeza y, con un miedo inmenso a llegar a ser una carga para los familiares. Todos estos sentimientos, pueden desencadenado en distintos estados emocionales como ansiedad, depresión o pérdida del sentido de la vida.
Una realidad que crece
Los cambios sociales, el ritmo de vida acelerado y las estructuras familiares cada vez más fragmentadas, hacen que la red de apoyo que antiguamente proporcionaba la familia ya no esté garantizada. Cada vez hay más personas mayores que viven solas y no siempre por elección propia. La realidad de muchas personas mayores hoy en día es comidas en silencio, cumpleaños sin llamadas y días que pasan sin visita alguna.
Efectos en la salud
Diferentes estudios han demostrado que sentir soledad de forma prolongada tiene consecuencias físicas reales como por ejemplo: incrementar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo y también depresión. Muchas especialistas definen y hablan del término de soledad en la tercera edad como la “pandemia silenciosa”.
La figura del cuidador
La figura de los cuidadores, tiene un papel fundamental a la hora de aligerar la soledad de las personas mayores cuando la familia ya no está. Su rol no se limita sólo a la atención física o sanitaria, sino que también puede ser un gran apoyo emocional, humano y social.
Los cuidadores escuchan, conversan y muestran interés en los distintos recuerdos y preocupaciones de las personas mayores. El simple hecho de tener a alguien con quien hablar durante el día puede aliviar mucho la sanción de vacío.
Los cuidadores se encargan de estructurar el día con diferentes actividades que motiven a la persona mayor: una caminata, lectura, juegos de mesa tareas domésticas, o simplemente charlar un rato. Una rutina estable y personalizada da seguridad y ayuda a reducir la apatía o la sanción de que «todos los días son iguales».
Los cuidadores, ayudan a las personas mayores a mantenerse activos social y familiarmente guiándoles para realizar llamadas, enviar mensajes o, incluso, hacer videollamadas con sus familiares, amigos o vecinos por muy lejos que estén
Los cuidadores, contribuyen a preservar la identidad y evitar el deterioro cognitivo de la persona mayor mediante actividades creativas, juegos de memoria, recordando épocas pasadas, e incluso mirando películas.
Además, pueden identificar señales de alarma como podrían ser cambios en el estado de ánimo, en el apetito, en el sueño o de la salud. Ante estos signos son los encargados de avisar a familiares y profesionales de la salud para intervenir a tiempo. La sociedad tiene una responsabilidad colectiva hacia sus mayores. Es primordial recuperar el valor de los vínculos intergeneracionales y mirar a la vejez no como una carga, sino con una etapa de la vida que merece respeto, dignidad y compañía. La soledad, no debería ser el fin de una vida plena. Todo el mundo merece envejecer con dignidad y también con alguna persona al lado.